Damas y caballeros, apretamos o al marido de Begoña no lo sacamos de La Moncloa ni con disolvente. Con la décima parte de lo que tiene encima, cualquier político europeo estaría ya en casa o en la cárcel, pero Sánchez ahí sigue, dando por saco a esta nación, antaño tan gloriosa y ahora tan atribulada, que se llama España. Este lunes, el Tribunal Superior de Madrid pidió al Supremo que impute al Fiscal General del Estado, por filtrar datos de un particular, el novio de Ayuso, para ayudar al PSOE en su guerra contra el PP de Madrid. Casí a la misma hora, el empresario Barrabés, ese que montó, en connivencia con el rector de la Universidad Complutense, una delirante cátedra y colocó de directora a la señora del jefe del PSOE, que ni es licenciada, confesó ante el juez Peinado que había estado dos veces con Sánchez en La Moncloa, apañando asuntos. Dos con el marido y cuatro con la esposa y todas en palacio; a lo grande. Y subrayo esto, porque a la salida le hicieron unas cartas de recomendación, que le ayudaron a conseguir jugosos contratos con el Gobierno Frankenstein. Y está lo del hermano músico, que engorda cada día y que es un ejemplo abochornante de nepotismo, mangancia, tráfico de influencias y caradura, como va desvelando poco a poco la Guardia Civil. No voy a hablar ahora del partido del paisano, que tiene en su aparato más ladrones que la Cueva de Alí Babá, pero si de algo que la ciudadanía tendría que tener muy presente, cuando acudamos dentro de unos meses a las urnas en elecciones generales: Sánchez miente más que Pinocho. No se si han tenido ocasión de ver la recepción a la Selección Española campeona de la Eurocopa, que montaron en La Moncloa....
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