La líder opositora María Corina Machado lo ha calificado como «una falta de respeto», y no podría estar más acertada. Proponer nuevas elecciones, como lo han hecho Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro, es un gesto que parece ignorar el sacrificio y la valentía que los venezolanos han demostrado en su lucha por la democracia. La idea de desconocer lo ocurrido el 28 de julio es un desprecio a la voluntad popular, una voluntad que, a pesar de haber sido expresada en un contexto de fraude y represión, logró demostrar que el deseo de cambio es inquebrantable. Lula sugirió que Maduro podría «intentar hacer un llamado al pueblo de Venezuela» para organizar nuevas elecciones, con la participación de observadores internacionales. Esta propuesta, aunque aparentemente bienintencionada, subestima la gravedad de la crisis venezolana. No se trata simplemente de organizar otro evento electoral; se trata de reconocer el valor y la legitimidad de la expresión popular ya manifestada. Es olvidar que, a pesar de las condiciones adversas, la oposición logró una victoria que ahora se pretende ignorar bajo la excusa de «dudas» en los resultados. Lo que está en juego aquí no es solo el futuro político de Venezuela, sino la dignidad de un pueblo que ha resistido contra viento y marea. La solución no pasa por un nuevo proceso electoral que, bajo las mismas reglas del juego, podría perpetuar el statu quo. La verdadera respuesta está en el respeto a la voluntad popular y en la exigencia de que esa voluntad sea reconocida y respetada, tanto dentro como fuera de Venezuela. Las palabras de Machado reflejan el sentir de millones de venezolanos que han dado todo en esta lucha. Ignorarlas sería, efectivamente, un acto de irrespeto, no solo hacia ella como líder opositora, sino hacia todo un país que...
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