Es importante llevar a cabo una alimentación equilibrada durante la jornada laboral. La mejor forma consiste en «reducir considerablemente la ingesta de grasas» y tomar «alimentos fácilmente digeribles como frutas, verduras y lácteos«. «La dieta debe ajustarse al trabajo que vamos a realizar». Por ello han de tomarse alimentos que favorezcan la digestión «haciéndola menos pesada». Este aspecto es fundamental para continuar después de comer con la jornada laboral. De acuerdo con esto, un menú ideal podría empezar con un plato de pasta, una ensalada, un tomate o verdura, seguido después por un pescado blanco o una carne a la plancha, cocinada con poca grasa, para acabar con una pieza de fruta, un yogur o una porción de queso de Burgos. MALOS HÁBITOS Costumbres como tomar café después de las comidas no son nada aconsejables, ya que la cafeína «fomenta el estrés e incide negativamente en el rendimiento laboral». Discrepamos con aquellos expertos que recomienden acompañar las comidas con una copa de vino. «Es mejor dejarlo para otro momento del día, en entornos no laborales, porque el alcohol influye en la capacidad de concentración». Otros problemas de las comidas en el trabajo son la falta de tiempo, el frenético ritmo laboral y el picar a deshoras. Estas costumbres propician la aparición de trastornos alimenticios graves. Una de las recomendaciones para evitarlos es «sustituir el típico bocadillo o pincho de media mañana por unos frutos secos o una pieza de fruta pelada». En países como Estados Unidos las clásicas máquinas dispensadoras de refrescos, sándwiches y productos de origen industrial «se están cambiando por otras que ofrecen fruta fresca y ensaladas». SEDENTARISMO Y OBESIDAD En las sociedades industrializadas es habitual el sedentarismo. Un 40% de las enfermedades actuales tienen que ver con una mala alimentación. Los crecientes índices de obesidad están directamente...
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