Patético. Nuevo esperpento del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en su balance del año. El jefe del Ejecutivo ha hablado luego del último Consejo de Ministros para sacar pecho por un año marcado por los escándalos de corrupción que rodean a su círculo íntimo, así como a miembros de su Gabinete y de su partido. El socialista ha vuelto a dibujar un país de fantasía en el que no hay problemas gracias a la acción efectiva del Gobierno. Pero lo peor no ha sido eso, ni la chulería que le caracteriza. Es que ha hecho énfasis en los aspectos más nefastos de su gestión: el entreguismo a los independentistas y su desdén por la corrupción que le rodea. Así, el presidente ha afirmado que “evidentemente” se reunirá con el prófugo de la Justicia, Carles Puigdemont, porque no le queda otra opción. Sánchez ha hecho todo lo posible por evitar la foto de la vergüenza pero el de Junts ha puesto su presencia como punto principal para seguir negociando y apoyando su estancia en Moncloa. Conociendo cómo se las gasta el catalán, el socialista sabe que tendrá que ir a su encuentro más temprano que tarde, así que ya empieza la operación para normalizar el esperpento. Al mismo tiempo, Sánchez volvió a defender a su fiscal, Álvaro García Ortiz, investigado por la filtración de la investigación de Hacienda al novio de Ayuso en la operación de acoso y derribo contra la popular. Así, y pese a los indicios de culpabilidad o que una asociación de fiscales exige imputar nuevos delitos a García Ortiz e investigar el borrado de mensajes , el jefe del Ejecutivo ha asegurado que su confianza en él es incluso mayor a antes de que se supiera de la eliminación de evidencia por parte del fiscal general. Este...
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