Es imprescindible. Hablamos del denostado buitre. Pocos animales tienen tan mala fama. Sus hábitos carroñeros los han hecho siempre aparecer en películas y novelas junto al héroe moribundo en el desierto, esperando el momento de lanzarse sobre él para devorarlo. Su aspecto, además, con su plumaje negro y su cabeza pelada no resulta muy atractivo e incluso hay quién lo encuentra siniestro. Sin embargo, basta echar una mirada a estos animales para darnos cuenta no sólo de la gran labor que realizan en el medio ambiente, sino también de que son unas criaturas realmente asombrosas. Los buitres, al alimentarse de carroña, pueden comer cualquier tipo de carne, independientemente del estado de putrefacción en que se encuentre. Esto se debe a que en su tracto digestivo poseen enzimas capaces de anular las bacterias y otros microrganismo de la carne putrefacta, carne que haría enfermar o morir a cualquier otro animal que intentar a comérsela. La falta de plumas en la cabeza no es casual, sino que les sirve como protección contra enfermedades. Al alimentarse de carroña, es fácil que su cabeza entre en contacto con bacterias. Al no tener plumas, no pueden fijarse en ellas y enfermar al animal. Estas aves buscan su comida desde lo alto, para lo cual pasan horas planeando, recorriendo su territorio. Para este planeo, se suspenden en las corrientes ascendentes de aire cálido, lo que les permite planear sin esfuerzo y sin gastar energía. Los buitres orinan en sus propias patas, pero no por falta de higiene, sino porque la orina les ayuda a mantener sus patas libres de las bacterias en las que hayan podido estar en contacto al comerse sus presas. Tienen muy desarrollada la vista y el sentido del olfato, pero ven muy pobremente en la oscuridad. Adaptaciones para la carroña: Los buitres tienen picos fuertes y afilados que les permiten...
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