Cuenta mi amigo Alfonso Ussía que cuando al general Franco le informaron de en las tertulias de café se aludía a su señora como ‘Carmen Collares’, alzó la cabeza, sonrió y sentenció: “Pues hay que reconocer que tiene gracia”. No creo que a Sánchez tuviera que decirle nadie que Begoña había sido elevada a la condición de catedrática universitaria, sin ser siquiera licenciada, y que se lo estaba llevando crudo, pero en cuanto se enteró de que el juez Peinado la imputaba tras aparecer en la prensa digital alguno de sus apaños, convocó a su ‘guardia de corps’ y les comunicó que iba a lanzar en breve un ‘Plan de Acción por la Democracia’. Con lo sencillo que hubiera sido denominarlo ‘Plan contra la Libertad de Prensa’ o ‘Plan para censurar y meter en vereda a los periodistas que revelen corruptelas de mi mujer, de mi hermano músico o de los gerifaltes del PSOE’. Esta claro que cuchufletas como ‘La Alegre Comisionista’, ‘Lady Fundraising’ o ‘Miss Complutense’ no le hacen a Sánchez ni puñetera gracia. Como tampoco nos la hace a nosotros, ni debería hacérsela a la Asociación de la Prensa o a cualquier periodista decente, el desquiciado, pretencioso y ridículo proyecto censor presentado este martes al alimón por el ‘monaguillo’ Bolaños y el ‘antitaurino’ Urtasun. No hay detrás ni siquiera un documento digno de ese nombre. Todo son vaguedades y frases grandilocuentes. El Gobierno más precario de nuestra historia reciente, el que con la de este martes suma 35 derrotas en el Congreso, de lo que se ha preocupado -otra vez- es de pasarle la mano por el lomo a proetarras y separatistas, incluyendo en su engendro -entre medidas destinadas a amordazar a periodistas no adictos- la despenalización de las injurias a la Corona y la barra libre para ofender a...
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